jueves, 23 de abril de 2009

George Sand y Chopin. Amor, enfermedad y viceversa (y III)

Lucrezia Floriani es una semblanza de la relación entre George Sand y Chopin desde la visión altiva que la escritora tenía de sí misma y de los demás. La trama gira alrededor de una actirz italiana que deja la farándula para retirarse a una vida campestre en la que cuida de sus hijos y de Karol, su amante, al que define como “un gatito enfermo” de difícil carácter. Sand leyó la novela ante las amistades de la pareja, quienes no dudaron ni un instante de su paralelismo con la realidad escandalizándose por el maltrato hacia Chopin, pese a que este intentase vanamente convencer a todos de que estaba encantado con la ficción. Lo cierto es que Madame Dudevant dibuja en Lucrezia Floriani una caricatura de Chopin en la que le hace parecer un loco celoso de carácter débil. Unos celos que podrían estar justificados por las invitaciones que la novelista hacía a antiguos amantes para que pasaran unos días en Nohant.
No parece sin embargo que estos hechos sean sino unas gotas en el vaso que propició la ruptura final de la pareja, en la que los tortuosos asuntos familiares de Sand hicieron una mella atroz. Teniendo a su hijo Maurice como favorito, la relación entre ella y su hija Solange se hizo cada vez más tirante, principalmente por el afecto que esta mostraba hacia Chopin desde la pubertad. Frédéric enseñaba piano a la adolescente y trabó una buena amistad con ella. Todo lo contrario que sucedió con Maurice. La llegada a Nohant de una prima por la que Solange mostraba profunda antipatía fue configurando dos bandos en la familia mientras Sand quedaba en medio de la disputa aunque alineándose solapadamente con su hijo mayor.
Chopin marchó de Nohant para no volver y ni siquiera fue invitado a la boda de Solange con un escultor del que se había enamorado perdidamente. Los celos de Sand hacia la estrecha relación de Chopin con su hija terminaron finalmente en un intercambio de duras cartas que terminaría cuando la escritora envió sentenciaba el fin de su amor en una cruel epístola.
Rocío Cuenca Antón , señala en su serie de artículos titulada Viaje a través de Chopin, que algunos estudiosos comparan la actitud de Sand frente a Chopin con la de una mantis religiosa, que se aprovecha del genio del músico y lo abandona cuando este se encuentra ya a las puertas de la muerte. Sin embargo para otros actúa como una madre que separa a su protegido de los problemas para que pueda dar rienda suelta al genio creador. Como bien indica la periodista, probablemente “sería ambas cosas a la vez”.
Es imposible negar la influencia que George Sand tuvo en la música de Chopin. Cuidándole y animándole durante años pese al agrio carácter que la enfermedad iba formando en el compositor polaco, Aurore Dudevant dio pie muy posiblemente a la etapa de mayor capacidad creadora del músico, elevando su arte hasta situarlo en los altares de la historia. Y es que, como decía Frédérik Niecks, biógrafo de Chopin, la ruptura de la pareja supuso “la catástrofe en la vida de Chopin”.



La mansión de Nohant, donde el compositor y la escritora compartieron apasionados días

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